Rectificaciones?

a Chávez no le creo ni los buenos día por la mañana

Así como piensan millones de venezolanos, hoy estoy bien convencido de que las constantes reculadas y presuntas rectificaciones en distintos programas de gobierno, leyes y decisiones de estado son un burdo intento por evitar que continúe la estrepitante caída en la popularidad del presidente, evidenciada principalmente en los primeros meses del año por sus amoríos con la guerrilla, lo que solamente lo sostiene el histórico 30% de resentidos sociales, peseteros, ignorantes y locos que aun le creen; así como también la falta de un liderazgo en la oposición que arrastre masas y que robe terreno al sátrapas y populista en los extractos bajos de la población (electoral)

Todas las encuestas lo indican, algunas podrían estar exagerando, pero se han encontrado en los estudios de opinión que hasta un 70% de la población rechaza el modelo socialista y todo los que venga asociado a este, incluyendo sus propulsores.

Ante esta realidad, y en un año electoral clave, en la que gran parte de la dirigencia chavista regional ha decepcionado a sus electores, es altamente riesgoso ir en contra de los gustos y preferencias del electorado. He allí la razón principal de las reculadas, y dudo que la gente se crea una versión diferente. Bueno, quién quita, hay mucho loco y engañado por el verdadero mensaje mediático comunista de los tantos canales del estado y de paso, hay mucha gente que venderían su voto por una beca del gobierno.

Un ejemplo similar es el de aquel Hugo Chávez del 13 de abril de 2002 que con crucifijo en mano hablaba al pueblo de venezolano de recapacitación, paz y reconciliación, en su peor momento en su historia política en lo que a popularidad se refiere. Y de alguna forma, esta actitud me trae a la mente esas patéticas cuñas en plena campaña electoral para las elecciones presidenciales de 2006 pidiéndole a los venezolanos que votaran por él “por amor”

Quisiera ver esta misma actitud rectificadora después de noviembre próximo, cuando se acabe la fiesta electoral cuando no se juegue, al menos en el corto plazo, ningún cargo de elección popular y ya no esté en campaña electoral. Todos somos libres de soñar.