¿Hasta el 2021?

Luis Vicente León

No es sano que empates campañas electorales como quien prende un cigarro tras otro

Hola Chávez ¿cómo estás? Yo aquí, muerto de cansancio después de las regionales. Ya sabes, primero la encuestadera para los candidatos unitarios, después la precampaña, la campaña y finalmente el día de la elección, cuando todo el mundo llamaba para saber cómo iban los números de los "exit polls", esos que nosotros no estábamos haciendo, pero salían publicados en el internet hasta con comentarios y análisis.

Resulta que cuando pensaba que venía el descanso: ¡chaz!, nos metes de nuevo en otra precampaña que pronostica ser más intensa que la anterior. Hugo, de pana, qué fastidio. Es verdad que tengo full trabajo porque la gente jura que te conozco profundamente y me contratan para hablar de ti. Imagínate que además de mis tradicionales exposiciones, donde abordo con seriedad extrema el drama que representas para Venezuela, ahora hasta hago eventos con Laureano sobre tu delirio de perpetuidad. En verdad, viejo, gracias a ti me sale bastante trabajo, pero chamo, te estás pasando. No es sano, Presidente, que empates campañas electorales como quien prende un cigarro con la colilla del otro que se acaba de fumar.

Eso no lo resiste nadie. Antes yo era un ciudadano común que llegaba a las fiestas y me sentaba con mis amigos a tomar Pepsi light y comer tequeños. Resulta que ahora tan pronto aparezco en el local, la gente de la primera mesa, a quien por supuesto no conozco, me llama con el dedito y el desagradable "pssst" usado para atraer mesoneros. Me acerco educadamente y hasta los saludo como si los conociera de toda la vida. La pregunta viene enseguida: "mira, mijo, ¿y cómo está la vaina?". Esperan que me explaye y me miran fijamente mientras ellos comen y beben aplastados en su mesa y yo muerto de hambre y sed. Cuando termino, la reacción usualmente es la misma: "eso no es así" y entonces dan una conferencia que debo calarme parado frente a su mesa, por cierto sin probar bocado porque mi respuesta no lo mereció. Cuando finalmente terminan, la fiesta también se acabó, mis amigos ya bostezan y mi mujer tuerce la boca, con ese gesto heredado de mi suegra, que pronostica tormenta para todo el fin de semana, mientras exclama: "no entiendo para qué carrizo salgo contigo".

Pero el colmo de los colmos fue el otro día, cuando ahí antecito de las regionales, finalmente pude ir con mi compadre a conocer el restaurante de moda en Las Mercedes. Una nota de sitio, lleno de gente chévere, una carta suculenta y la comida malísima. Pues imagínate qué me pasó. Yo, que te desguacé como Jaime Bayle cuando saliste con aquella pública explicación escatológica sobre tu dolor de estomago en un tractor y tus peripecias para ir al baño, padecí un incidente similar. Me fui corriendo al baño y de repente suena el Blackberry (por cierto, me enteré que tienes uno y que te encanta chatear. No dudes en mandarme tu PIN para remitírselo a todos los que me insultan cuando tu popularidad sube, como si yo tuviera algo que ver con eso). Me parecía un poco inadecuado contestar en esas circunstancias, más cuando mi esposa vive criticándome que no dejo ese bicho ni a sol ni a sombra. Pero no lo pude evitar, respondí y era, nada más y nada menos, que una entrevista de radio en vivo. Yo ahí y el periodista me preguntaba: ¿y cómo va Zulia, y cómo va Carabobo, y cómo esta Ocariz en Sucre? Y yo respondía mientras se veían más y más piecitos de la gente por debajo de la puerta del cubículo del baño, escuchando la conversación. Pues antes de terminar la entrevista, uno de los oyentes, impaciente por la omisión, gritó: "mira,

¿y cómo esta Henrique en Miranda?". No, viejo, así no se puede vivir. Pienso en la enmienda y se me paran los pelos, es un terror integral. Te pido por lo que más quieras que pares el trote, pana, porque así no vamos a llegar al 2021 ni tú, ni yo& ni el país.

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