Pérez Álvarez será gobernador y Rosales irá a la alcaldía marabina
Opinión
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Oswaldo Álvarez Paz
El problema de Venezuela con el presidente es de alta psiquiatría. El tipo está loco, de "mollejón", decimos en Maracaibo, donde hemos comprobado la certeza del diagnóstico. El problema está en que habiendo locos que divierten y hacen reír, hay algunos que matan, como bien afirmó recientemente Carlos Alberto Montaner. Éste no está en la categoría de los inofensivos. Es tan grande la maldad, la perversidad y el calculado daño provocado con sus acciones, que llegó la hora de pararle el trote.
Los límites
En estas semanas ha traspasado los límites de la moral, de la decencia, de la convivencia ciudadana. Lo ha hecho en toda Venezuela, pero particularmente en el Zulia. Chavistas y no chavistas, propios y extraños sufren una mezcla de asombro con indignación por la procacidad vulgar y la falta de respeto de ese señor para con un pueblo que si antes lo rechazaba, ahora está dispuesto a asumir el rol protagónico que le corresponde hasta derrotar la tiranía. Lo hace prevalido de la fuerza bruta que representan unos cuantos miles de mercenarios uniformados de militares que mantienen tomada Maracaibo, creyendo amenazar a un pueblo que no les teme. Lo único que siguen logrando es que desaparezca lo poco de respeto que va quedando hacia la fuerza armada. Chávez ha ofendido a la zulianidad como jerarquía sociológica y política. Pablo Pérez Álvarez será gobernador y Manuel Rosales volverá a la alcaldía marabina. Ambos con una tremenda avalancha de votos. Los esfuerzos del loco para tomar por asalto la gobernación han fracasado. Si inhabilitan a Rosales, con artificios judiciales o por la fuerza, acelerarán el final de este proceso. Venezuela sigue con atención lo que pasa en el Zulia y viceversa ¡Al loco le queda poco!
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