España: Justo Campeón

No puedo si no empezar por darle Gloria a Dios, porque le da honor a quien honor merece. La Selección Española.

Fueron largos años, en competición tras competición de sufrir y de resignar, de jugar como nunca y perder como siempre, de llevar en su selección a las estrellas que domingo a domingo atraen nuestra atención en los mejores equipos de la mejor liga del mundo; pero que en todas las competiciones de naciones, a pesar de las expectativas, de la calidad en las individualidades, de los buenos comienzos, la selección de la madre patria siempre terminaba por desilusionar a sus seguidores, que los hay en todo el mundo.

Que sufrimiento, el penal que botó Raúl en el 2000 frente a Francia que luego fue campeona; luego en Corea, nos eliminaron los asiáticos con unos árbitros que se tragaron el pito cuando tenían que cantar a favor de España; la madrugada más amarga de toda mi vida; en Alemania nos eliminó el genio de Zidane después de estarle ganando 1 – 0 a Francia y de haber dominado a los campeones durante largo rato de partido.

Pero llegó la hora de la justicia, casi divina, el futbol no puede ser tan perverso con una selección que le ha dado tantas individualidades para su historia, tantos seguidores para su grandeza y tanta historia a nivel de clubes que lo colocan como el deporte más seguido en toda la orbe.

Llegó la España de los chavales, la que escogió el sabio Aragonés, el que con valor dejó en su casa al eterno Capitán de la Furia, Raúl González; la España de los jugones, la que trata la pelota como a una señorita, la que juega el futbol bonito, de técnica, de toque, el de construir la jugada desde el larguero propio hasta la grama debajo de la malla de la arquería contraria. Con tres pequeños gigantes que manejan la pelota como dioses, Iniesta, Cesc y Xabi, de la escuela catalana, y uno que destruye al contrario, pero construye para la casa, Senna, con la mejor delantera de la Euro, con el desequilibrante Niño Torres y el goleador del torneo, Villa; la defensa, ni hablar, escuché pocos halagos para ellos pero fueron los que no le dieron ni un respiro al fenómeno de Luca Toni y destruyeron la genialidad de Arshavin; y no podía faltar, a uno de los mejores arqueros del mundo, San Iker. Iker, Iker, Iker, se escuchaban los cánticos de las gradas cada vez que realizaba una parada; el que rompió la maldición de los cuartos y con 88 años de derrotas frente a la gran selección de Italia.

Que viva España, que viva el futbol.