Hace poco más de una semana creía firmemente en la posibilidad de que el 2008 fuera un año de reconciliación para los venezolanos; el clima político era ideal para esto. Los opositores al gobierno pasamos unas felices navidades pensando que Hugo Chávez estaría en el poder máximo hasta el 2012, los chavistas, aunque tristes, estaban tranquilos, nada de guarimba, nada de protestas, ningún llamado al 350, todos felices.
El año comenzó con un halo de esperanza. Aparentemente el presidente pensaba en la reconciliación de todos los venezolanos y se limitaría a gobernar para enfrentar los problemas más básicos de la población.
La ley de amnistía fue otro respiro de esperanza para los familiares de muchos venezolanos encarcelados por razones políticas, aunque no todos obtuvieron la libertad, para entonces, había la esperanza de que la justicia venezolana reconociera que los Comisarios y los 8 PM aun encarcelados debían salir en libertad amparados en la Ley de Amnistía. Adicionalmente salió en libertad Enrique Mendoza, otro supuesto indicio de las intensiones de reconciliación del presidente.
Como si Venezuela fuera el país de las maravillas (el de Alicia), consideré hasta hace una semana que este cuento de la amnistía debía convertirse en una realidad para todos los venezolanos que hacen vida política, incluyendo por su puesto a los no tan políticos expdvsa que apoyaron el paro petrolero, pero también la amnistía debía incluir al presidente Chávez, a los pistoleros del puente Llaguno, a Tascón y su lista y a todos los oficialistas que según nuestro punto de vista han cometido actos atroces de los cuales reclamamos justicia. Si la amnistía busca la paz y la reconciliación debe ser para todos los actores de la vida política nacional, los de ambos bandos.
Al creer esto quise hacer mía una de las Bienaventuranzas de nuestro Señor Jesucristo, la cual dice:
Bienaventurados los pacificadores: porque ellos serán llamados hijos de Dios.
SIN EMBARGO, la misma negativa de Hugo y sus perseguidores del poder judicial de darle la amnistía a los comisarios y efectivos de la PM, e incluso, su insistente propuesta de reelección indefinida, su abandono total de la realidad venezonala a cambio de la “búsqueda de la paz de Colombia”, su abierto apego a la defensa de las FARC, entre muchos otros factores que no hacen más que encender la mecha de la confrontación política en nuestro país. Bajo estas circunstancias la amnistía seguirá siendo un cuento de camino que solo se lo creerán los chavistas más alienados por el régimen.
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