ROBERTO GIUSTI | EL UNIVERSAL
A estas alturas no debería haber dudas sobre lo duro y complicado que resultará el proceso de democratización hacia el cual nos conduce el triunfo contundente del 6D, un paso decisivo y necesario, mas no suficiente a la hora de cambiar nuestra realidad. Llegada la hora de asumir, por primera vez en 17 años, responsabilidades de Estado a nivel nacional, la oposición y sus dirigentes han concitado unas expectativas que, pese a lo clamoroso del resultado electoral, o quizás debido a ello, demandarán un esfuerzo sin precedentes en la historia del poder legislativo en Venezuela. En otras palabras, el electorado le puso el listón a la MUD a la altura de una posición de corresponsabilidad política que solo los más optimistas veían como una realidad alcanzable. Dotados así del máximo poder al cual podían aspirar, los diputados de la democracia no tienen a su disposición ninguna excusa, como la hubieran podido tener en caso de obtener, digamos, por ejemplo, solo la mayoría simple porque con semejante resultado habrían carecido de los mecanismos legislativos y constitucionales que ahora los comprometen en una tarea harto compleja. CLIC AQUI para seguir leyendo...
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