"Nunca pensé que cumplir con mis deberes de ciudadana me haría sentir como una estúpida"
CAROLINA JAIMES BRANGER
@cjaimesb
eluniversal.coml
Estos últimos años he buscado la manera de "torear" la desazón que siento al pagar impuestos. La evado pensando que mis obligaciones fiscales van a parar al Sistema de Orquestas, lo que me hace feliz. Pero estoy consciente de que eso no es más que una gríngola. Lo más probable es que mis impuestos, fruto de mi trabajo, vayan a parar a otros lugares o actividades nada benditos.
Tal vez hayan contribuido, aunque sea en una millonésima parte, al proceso de instaurar a juro del "socialismo del siglo XXI", o cualquier otro proceso de ideologización de niños y jóvenes.
Puede ser que mis impuestos hayan financiado a los invasores de fincas en pleno proceso de producción y de cualquier otra propiedad privada. O que hayan "expropiado" empresas que jamás reciben la indemnización correspondiente, porque terminan en los bolsillos de esos boliburgueses que pregonan que el socialismo es la vía... para los demás.
Quizás hayan sido destinados a la compra de lealtades y conciencias. O a la adquisición de armas. O al costeo de grupos violentos que persiguen opositores, periodistas, empresarios... a todo aquél que el régimen considere enemigo.
Estoy segura de que mis contribuciones han pagado alguna parte de los exorbitantes gastos de ese abuso reiterado que son las cadenas presidenciales. O del avión de Chávez que ya no usa. O los viáticos de los funcionarios que odian a los gringos con el mismo frenesí con que aman los dólares. O los jueces que no tienen empacho en decidir en contra de la Constitución y las leyes.
El 31 de marzo, último día de la recaudación, recibí este mensaje: "hoy, cuando pagues el Impuesto Sobre la Renta, recuerda que ayer donamos $10 millones para el Hospital Universitario de Uruguay. Te sentirás mejor".
No puedo sentirme peor. Y no por estar en contra de la donación per se, porque un hospital en Uruguay es una cosa buena, no es el financiamiento de revoluciones extranjeras, costosos regalos a terroristas y asesinos o un negocio sucio. Pero sí tengo que deplorar que se haya hecho esa donación con el estado en que están nuestros hospitales en Venezuela, donde hay gente que muere de mengua.
El año que viene, si las cosas siguen así, no pagaré impuestos. ¡No, no y no!
No pienso seguir financiando la destrucción de mi país.
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