Para la Afiuni Luisa Ortega Díaz y Luisa Estela Morales “vendieron el Sistema Judicial en Venezuela”
Sheyla G. Urdaneta
La Verdad
Mide 1,79. Habla con desparpajo. Es capaz de reírse a bocajarro de lo que le pasa. "Me dan risa las barbaridades". Asegura que ha perdido la capacidad de asombro desde que está detenida. Cuenta que sólo ha llorado dos veces en la cárcel: el 31 de diciembre de 2009 y el 23 de julio, día de la graduación de bachiller de su única hija, Geraldine.
Hace nueve meses no toma sol. Es la única interna a la que no se le permite salir de su celda en la que hace calor, porque tiene poca ventilación. Al fondo de su cuarto hay una cañada de aguas negras. Prende incienso a diario y recalca: "Aquí las 24 horas del día huele a mierda".
María Lourdes Afiuni tiene 47 años. Al momento de su detención era la jueza 31 de Control que ingresó al Poder Judicial en 2002 y en 2006 obtuvo la titularidad del cargo. Ya tiene 268 días presa. La culpan de la evasión de Eligio Cedeño, el banquero. Está detenida en el Instituto Nacional de Orientación Femenina (Inof), en Los Teques. Desde su celda de tres por tres ubicada en el pasillo de admisión, conversó con La Verdad.
No se le quiebra la voz, ni siquiera cuando habla de lo dura que ha sido la supervivencia en la cárcel en la que ha sobrevivido a dos conatos de incendio, justo cuando se ha "perdido" la llave de su celda. "No tengo miedo. Esto tiene que arreglarse. No temo, porque no he hecho nada. No me voy a arrepentir".
Del proceso de humanización de las cárceles en Venezuela prefiere reírse. Se acomoda el cabello. Está bien peinada y maquillada. Antes de comenzar a hablar del tema por el que se le mantiene detenida, suelta con firmeza: "El caso Cedeño no era complicado. Lo hacían complicado los personajes".
El día de su detención fue el 10 de diciembre. La misma fecha en la que se celebra el Día Internacional de los Derechos Humanos. De ese momento comenta que la audiencia comenzó a las 9.00 de la mañana, dos horas y media después la decisión estaba dada. "No hubo objeción. Dicté la medida cautelar y regresé a mi despacho. Mi asistente se puso las manos en la cabeza. Nunca voy a olvidar la cara del señor Cedeño. Tenía los brazos cruzados. Tuve que pedirle que se pusiera de pie. Pensó que venía otro diferimiento. Cuando dicté la medida el hombre soltó los brazos y comenzó a temblar".
- ¿El día de la audiencia de Eligio Cedeño usted tomó la decisión de librarle una boleta de excarcelación en la sala o ya llevaba lista la decisión por las especificaciones del caso? - No. De verdad que no estaba planeado porque lo que estaba prevista era la audiencia preliminar. En vista de que la defensa en el momento en que estamos dejando constancia de la incomparecencia del Ministerio Público solicitó al tribunal que se pronunciara con relación a la resolución de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en la medida cautelar y como ya tenía varios días esa petición la dicté de forma oral en la sala. No estaba planeada. Mi plan era realizar la audiencia preliminar pero los fiscales se ausentaron.
- ¿Se merecía Eligio Cedeño la cautelar? - Se merecía la libertad plena. Primero, porque el Código Orgánico Procesal Penal (Coop) en el artículo 244 lo establece de esa manera, que pasado dos años decae cualquier medida cautelar ya sea privativa o de presentación sobre el procesado; y en segundo lugar, luego de revisar las actas yo consideraba que ese señor no tenía suficientes elementos en el expediente para ser procesado ningún tipo de medida, sino la libertad.
- ¿A usted la forzaron a tomar la decisión? - No. Esa fue una decisión propia luego de revisar las actas que conformaban el expediente. Totalmente autónoma e independiente y allí están las consecuencias de mi detención.
- ¿Hubo soborno? - No, para nada. En ningún momento. Ni hubo contacto con ninguna de las partes de la causa, menos pago, menos promesa. En lo absoluto.
- ¿Por qué aceptó el caso Cedeño, tomando en cuenta el antecedente que había? - Nosotros como jueces no estamos colocados en los tribunales para escoger los casos. Nos pueden tocar casos muy sencillos y nos pueden tocar casos muy difíciles. Para nadie era un secreto que el caso de Eligio Cedeño era un caso emblemático por todo el escándalo que ha traído desde sus inicios. No tenía ninguna causal de inhibición para separarme de la causa. Las causales de inhibición están en el artículo 86 del Coop y no había razón alguna con el caso, y fijé la audiencia preliminar que era lo que estaba previsto para el momento en que le di la libertad. No tenía ninguna razón para desprenderme del caso. Si era por miedo, no lo iba a hacer. Si lo primero que yo considero es que si yo voy a estar ejerciendo un cargo de juez para estarme inhibiendo cuando me llegue un caso que amenaza mi estabilidad, para eso renuncio. Eso es muy dañino tener jueces así.
- Usted ha dicho que de volverle a pasar, liberaría nuevamente a Eligio Cedeño ¿Es eso cierto? ¿Por qué? - Totalmente. Por qué, porque eso era lo ajustado a derecho y yo sí respeto mi juramento que hice en el momento que me designaron como jueza, que era respetar las leyes y hacerlas cumplir. Como eso era lo que yo consideraba que le correspondía al señor Cedeño, no me arrepiento. Lo repito, no me arrepiento de haber tomado esa decisión. Por el contrario, cada día me convenzo más que eso era lo que tenía que hacer. Lastimosamente el resto de los jueces en este país a lo mejor no entienden cuál es el mensaje de hacer respetar nuestro cargo y nuestro juramento. Prefieren quedarse callados, encerrados y obedeciendo. Es lamentable.
- ¿Cómo califica al sistema judicial en Venezuela? - Se murió. El sistema de administración de justicia en Venezuela se murió el día que me detuvieron. Para mí, no hay sistema de administración de justicia. Para mí, no existe.
- ¿Qué opinión le merecen Luisa Ortega Díaz, fiscal general de la República y de Luisa Estela Morales, presidenta del Tribunal Supremo de Justicia? - Que vendieron el Sistema Judicial en Venezuela, total y absolutamente. Es lamentable. Ellas son obedientes al presidente de la República, Hugo Chávez Frías y de una manera descarada. Ni siquiera lo disimulan.
Segunda parte de la entrevista Aquí
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