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lunes, 10 de mayo de 2010

Juan José Molina

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Les dejo acá la autobiografía del Diputado a la Asamblea Nacional por el partido Podemos, y candidato a repetir como diputado por la Mesa de la Unidad en la Circunscripción 5 (El Paraíso, La Vega, Antemano, Macario, Caricuao) del Distrito Metropolitano.

De mi niñez, recuerdo pocas cosas, sólo las que son imborrables. Tuve una infancia feliz: pertenecí a una familia que tenía que mudarse mucho pero siempre estaba unida; un padre muy estricto e instruido, una madre cómplice que cocinaba divino, la comida de mi madre era como la de nadie. Después todas esas cosas se van disipando, pero tuve una niñez extraordinaria.

Recuerdo la historia de mis padres. Mi papá, Juan José Molina Villegas, fue un oficial de la Armada Venezolana. Fue un hombre educado, un militar bien formado. De estrato social humilde, nació en un caserío que se llama Patucutar, cerca de Río Caribe, estado Sucre. Vivió una niñez con limitaciones, sobre todo económicas. Su madre murió muy joven, pero con la ayuda de una tía que lo crió logró entrar en la Escuela Naval. Allí se formó. Estudió en varios países y llegó a ocupar cargos importantes.

Mi padre poseía el gusanillo de la política. Fue una persona con claro liderazgo. Con un grupo de compañeros de armas conspiró contra la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez. En esa época, a los militares disidentes los metían presos o los enviaban al exterior, para que no se involucraran en la política del país. Ambas situaciones las vivió.

Su primera salida de Venezuela fue para Brasil, donde realizó varios cursos. Por esa eventualidad, nací en Río de Janeiro. A seis meses de mi nacimiento regresamos a Venezuela y seis meses después tuvimos que irnos a Italia. Allá vivimos cerca de un año. Cuando regresamos se produjo el derrocamiento de Pérez Jiménez.

Luego volvió a conspirar pero ahora contra el Gobierno de Rómulo Betancourt y lo volvieron a alejar del país, esta vez a los Estados Unidos. En 1962, junto con su hermano, participó en “El Carupanazo”. A raíz de esa asonada, fue colocado en condición de disponibilidad hasta 1967, cuando pasó a retiro.

Estuvo preso, fue perseguido político de los gobiernos de Betancourt y Raúl Leoni; se dedicó a la actividad comercial y luego de unos años fue reincorporado en la Marina Mercante. Después de muchos altibajos se enfermó y murió muy joven, en 1987. Mi padre, a quien recuerdo con admiración por su talento, su actitud ante la vida, su generosidad con todos quienes requerían ayuda, e inagotable hasta dar efectiva respuesta a sus acciones, fue un hombre que disfrutó y amó mucho la vida.

Mi madre, Nubia Josefina Bermúdez Rodríguez, mujer con una abnegación especial por sus hijos, nació en San Fernando de Apure. Proviene de una familia de clase media caraqueña. Tuvo 11 hermanos. Yo me imagino que en aquella época tener 11 muchachos era difícil. Sin embargo, mi abuelo mantuvo un nivel de vida estable. Mi madre, como muchas mujeres de su época, sólo llegó a terminar la primaria. Se dedicó a sus hijos. Ella tenía 16 años cuando se casó con mi padre. En esa época pienso que era costumbre casarse joven. Mi madre es un ser muy especial. Ella y yo siempre nos hemos apoyamos muchísimo.


ESTUDIOS Y MUDANZAS

Mi niñez y juventud estuvo marcada por muchas cosas, unas felices otras no tanto, entre éstas la constante migración.

A mi padre, por su condición de militar, lo cambiaban cada rato. Sin embargo, aunque nos mudamos muchas veces, estudié mi primer grado en una escuelita en Los Rosales y el resto de la primaria en un solo colegio, El Libertador, de Chacao.

En esa época vivíamos en nuestra casa de La California, la que a veces mis padres alquilaban para poder resolver problemas económicos del momento. Estábamos de allá para acá y de acá para allá.

En 1967, un hecho que me marcó fue el terremoto de Caracas; vivía en Bello Campo. Viví poco más de un año en Santa Mónica, estudié primer año de bachillerato en el Colegio Santa Mónica. Al año siguiente nos mudamos para Las Acacias y estudié el segundo año de bachillerato en el liceo Diego de Losada, en El Valle. Cuando pasé para tercer año mi padre fue trasladado para Güiria de la Costa, en el estado Sucre.

Recuerdo que en las noches veíamos las luces de Puerto España, Trinidad. Estudié en el liceo Domingo Badaraco Bermúdez. Después, mis padres se separaron y regresé a Caracas con mi madre, vivimos en Los Chaguaramos.

Fui un niño alegre y echador de bromas, pero también peleón. No sé por qué, me la pasaba peleando. No tenía miedo. Hoy en día peleo de otra manera y tampoco tengo miedo.

De muchacho me gustaba jugar beisbol. Entonces entré en el Gustavo Herrera. Ahí estudié cuarto y quinto año. En bachillerato aumenté el interés por el estudio.

El Gustavo Herrera era uno de los liceos más aguerridos de Caracas. En aquella época había muchos disturbios estudiantiles promovidos por la UCV y los liceos emblemáticos, el Fermín Toro, el Andrés Bello. Cuando se armaba un zaperoco se armaba en todos a la vez. No tenía afecto por ese tipo de acciones, la verdad no me gustaban. Probablemente no tenía la visión que podían tener algunos compañeros que hoy están en la política. Asistía a algunas reuniones. Nos concentrábamos, hablábamos y fijábamos estrategias en el centro de estudiantes. Participé poco en enfrentamientos con la policía pero sí lo hice. Era de los que agarraban con las manos las bombas lacrimógenas y se las devolvían a la policía; era resteado, pero no era eso lo que me motivaba. Lo hacía por solidaridad con mis compañeros. No me sentía líder de grupo de choque. Era líder en responsabilidad con mi familia. En 1973 me gradué de bachiller.


TRABAJO, ARQUITECTURA Y BODA

Trabajaba para apoyar a mi familia, a mi madre. En ese entonces me movilizaba en un carro que ella había comprado. Mi madre es una mujer muy emprendedora.

Cuando vivíamos en Bello Campo, mi padre había dejado de ser preso político y tenía la pensión suspendida; mi madre, que siempre ha tenido habilidad para el comercio, montó una pequeña fábrica productora de cachapas, que vendía al mayor y al detal a los amigos de mi padre, oficiales activos que la ayudaban comprándole en importantes cantidades para los soldados.

A los 17 años de edad estaba listo para entrar a la universidad y me enamoré. Tenía mi cupo pero no quise entrar. Administraba el negocio de la familia.

Dos años después, en 1975, entré a la universidad a estudiar arquitectura. Hice la carrera un poco seccionada porque el trabajo me quitaba tiempo. Además, se había disuelto definitivamente la unidad familiar.

Somos cinco hermanos, tenía que asumir mi responsabilidad. Soy el tercero: tengo dos hermanas mayores, otra que me sigue y el menor.

En la universidad no me involucré en nada que tuviera que ver con la política. En la facultad de arquitectura se estudiaba por unidades. Yo entré en una unidad de izquierda.

Había unas que diseñaban quintas, edificios lujosos, y otras en las que diseñábamos viviendas populares como alternativa con materiales de desecho. Estudié los cuatro primeros semestres en una unidad en la cual se tenía esa visión de la arquitectura. Me sentí identificado con esa propuesta. Y tuve un muy buen grupo de profesores.

Antes de cumplir los 22 años de edad decidí casarme. Ahí comenzó un cambio trascendental en mi vida. Aún no me había graduado. Trabajaba y estudiaba.

Mi joven esposa también estudiaba y me ayudaba. Mi madre se fue a vivir a Londres con mi hermana, que obtuvo una beca del Gran Mariscal de Ayacucho; otra hermana se divorció y también se fue con ella, y luego se fue mi hermano menor a estudiar aeronáutica y mecánica comercial. Mi hermana mayor se casó y se fue a vivir para Puerto Ordaz.



EMPRESARIO CON SENSIBILIDAD

Me quedé administrando el negocio familiar, trabajando y estudiando.

En 1982 salí de la universidad. Me volví empresario. Mi familia tenía una ferretería. Aproveché esa experiencia y se me hizo fácil involucrarme en el mundo de la construcción.

Inmediatamente construí obras para la empresa privada. Nunca me gustó contratar con el Estado. Fui surgiendo poco a poco y logré tener una empresa de construcción que hasta 1997 fue exitosa. Hice importantes obras en Caracas.

Tenía mucho trabajo y una empresa bien organizada. En 1998 la paralicé y en 1999 comencé a involucrarme en la política.

Siempre tuve el interés de participar en cambios trascendentales y en la política. Pero no me inclinaba por ninguna de las alternativas de la época. Me formé desde pequeño con la idea de ser revolucionario. Después, cuando maduras, lees y te das cuenta de lo que significa esa palabra y de todo lo que se ha hecho con ella, comienzas a fijar posiciones más claras.

En 1992 me sensibilicé con el golpe del 4 de febrero. Como muchos venezolanos, estaba desencantado con la gestión pública, con los partidos políticos y la exclusión en que vivían los sectores populares venezolanos. Estaba en contacto con gente humilde porque tenía trabajadores. La sensibilidad social la alimentaba con un vínculo permanente con sectores populares a través de las obras que hacía.

Hablaba con mis obreros, era muy correcto con ellos y hasta tenía diferencias con mis socios por eso.

Cuando Chávez dio el golpe me identifiqué con él porque hice una remembranza con lo que estuvo involucrado mi viejo, por todas las vicisitudes que pasó; yo me imaginaba que este hombre también iba a pasar por todas esas cosas. Además, mi padre era muy bolivariano. Eso me identificó porque también soy bolivariano.



DERECHO Y POLÍTICA

Comienzo a identificarme con las necesidades de cambio. Me gustaba el derecho, me parecía fascinante; en 1995 tenía contacto con un amigo abogado porque teníamos muchos casos contra algunos clientes. Lo acompañaba cuando había que ir a los tribunales a introducir demandas.

Así, entre la sensibilidad social y mi fascinación por el derecho, decidí en 1995 ponerme a estudiar y me inscribí en la Universidad Santa María. Hice la carrera muy rápido, con gente mucho más joven que yo, con profesores y gente extraordinaria.

Había cuestiones con las que no estaba de acuerdo, pero a mí me gusta oír consejos, paso mucho tiempo escuchando a la gente. Los estudios me alejaron de la construcción y en 1998 la abandoné.

En 1999 comencé a reunirme con grupos de amigos para analizar el tema de la constituyente. Jesús Teodoro Molina, cabecilla de El Carupanazo, fue elegido constituyentista y lo acompañaba a las sesiones en la Asamblea.

Ya estaba a punto de graduarme y le hacía sugerencias jurídicas, le hacía recomendaciones. Con compañeros de la UCV formamos la organización Fuerza Federal. Nos reuníamos todas las semanas. Hablábamos y planificábamos la política, de lo que iba a ser la Constitución. Así pasamos dos o tres años.

Yo no participaba directamente en la política pero sí apoyaba el proyecto que lideraba el Presidente. Incluso en 1997, cuando decidió lanzarse a la lucha política, lo interpreté como algo muy importante para el país porque planteaba una visión diferente y pensé: A lo mejor ese militar es como mi padre.

Hoy les aseguro que no se parecen en nada, les puedo decir que no tienen nada que ver el uno con el otro. Pero él me inspiró ese sentimiento. Continuamos las discusiones políticas y coincidimos con el hermano de una de las personas con las que me reunía.

Teníamos estatutos y planteamientos claros sobre la Constitución y lo que creíamos que debía ser un movimiento político, pero no éramos un partido. Esas ideas fueron compartidas por grupos que también apoyaban al Presidente. Entonces nos fusionamos.


EN BUSCA DE LA IDENTIDAD IDEOLÓGICA

Me considero un hombre de sólida formación democrática.

A finales de los ochenta y principios de los noventa, las ansias de participar en la política me obligan a buscar una identidad ideológica y doctrinaria; me identifiqué con la socialdemocracia, pero en Venezuela la mayor expresión la representaba Acción Democrática.

Entré en contradicción. Eso te paraliza porque los valores pesan. No me iba a inscribir en AD y no me identificaba con los socialcristianos, con los masistas tampoco, aunque tenía la certeza de que si me inclinaba por una organización tenía que ser una como AD, donde había visiones revolucionarias, pero no me gusta la política de tendencias. Al final terminé involucrado con un grupo de hombres y mujeres en el cual algunos venían del MAS, pero que en su mayoría rechazaban el pasado político venezolano.

Un grupo de 11 amigos nos incorporamos a la organización que lideraba Ismael García y hubo una fusión. Ellos sostuvieron la propuesta de que se llamara Podemos y nosotros aceptamos, pero le agregamos la acepción de Fuerza Federal porque era la idea que promovíamos, y así quedó plasmado.

Nosotros éramos un grupo que se reunía y tenía una propuesta política. Como buenos operadores políticos, nos movilizamos por todo el país y se constituyó a Podemos en varias regiones.

Me incorporé al partido en Caracas. En el 2000 me había graduado de abogado. Defendía causas jurídicas, acciones y los recursos que había que ejercer en los tribunales para ir avanzando. Eso fue reconocido. Me imagino que por la seriedad, la responsabilidad y la disciplina con la que actuaba. Llegué a la política con cierta estabilidad económica. La familia es la que sufre las decisiones que uno toma. Yo sacrifiqué una actividad profesional exitosa para dedicarme a la política, que no te remunera materialmente hablando nada igual, y sin embargo no me importó. Decidí que lo iba a hacer.


DIRECTO A LA CANDELA

Siempre mostré desconfianza para identificarme con partidos, tendencias o corrientes políticas. Pero a partir de la llegada de Chávez a la presidencia quise entrar en la política. Sentí que venían tiempos de cambio importantes en los que tenía que participar directamente. No quería estar al margen sino meterme en la candela. Por eso estudié derecho, para tener una formación bien clara de las leyes, la Constitución, el manejo de la base jurídica que debe tener cualquier modelo político, social y económico.

Incluso, ya como parlamentario, en el 2006, hice una maestría en ciencias jurídicas. Comenzamos 13 diputados y nos graduamos 7 en diciembre de 2008. Fui mejor estudiante en derecho que en arquitectura, decidí que si me iba a involucrar en la política lo iba a hacer con conocimiento, para no ser un advenedizo que no sabe ni de lo que está hablando.

Creo que haberme involucrado en la política es una de las decisiones más acertadas que he tomado en mi vida. Además, gracias a la Virgen La Milagrosa y al Cristo Bendito, que me colocaron en el momento preciso, en el tiempo preciso, con la gente precisa, hoy puedo ser una de las voces de los millones de venezolanos que no tienen voz en el Parlamento, esos millones de hombres y mujeres que creen en lo que uno está diciendo y haciendo. Creo que puedo aportar mucho más. Me he preparado para aportarle todo a mi país.

El poder se debe manejar con humildad y siempre dentro del marco de la democracia, el modelo que nos garantiza todo: igualdad, posibilidad de prosperar, la oportunidad de brindar de manera libre y digna esa mayor suma de felicidad posible.

Acompañé al Presidente en su proyecto de Constitución. Me aparté porque él cambió la propuesta constitucional por esa estrategia personalista que lo alejó de los valores democráticos, porque desmontó las instituciones del Estado y se convirtió en soberbio cuando decidió modificar la Constitución para acomodarla a su medida y perpetuarse en el poder.

Eso hizo que, en lo personal, no lo siguiera acompañando, porque creo que el modelo libertario, justiciero, participativo y protagónico está en la Constitución y en la democracia.


INICIOS EN EL PARLAMENTO

La actividad parlamentaria la inicié como asesor. Comencé a participar en la discusión de leyes y propuestas legislativas. En poco tiempo logré tener una buena base.

Nunca había ejercido cargo público y el tema del derecho me sirvió para asesorar a personas, sobre todo en las áreas de vivienda y construcción, que yo conozco.

Elaboré con un amigo ya fallecido una propuesta sobre cómo salir de la pobreza. Así, como asesor, empecé a involucrarme en tareas de gobierno.

Trabajé un tiempo en Pdvsa y a raíz de una campaña que hicimos a favor del Presidente con motivo del referendo revocatorio del 2004, hice amistad con el entonces aspirante a la gobernación de Bolívar.

El reconocimiento de mi empeño por el trabajo me abrió las puertas para entrar en el equipo de gobierno y fui nombrado secretario de Desarrollo Económico. Fui el responsable del Fondo de Inversiones del estado Bolívar; también de las áreas minera, turismo y agropecuaria. Tenía la responsabilidad de estas instituciones y coordinaba lo que era accesorio a ellos. Ocupé varios cargos. Me sentí muy a gusto, hice muchas amistades y me convertí por esa gestión en una referencia política del estado Bolívar.

Hoy mucha gente del estado me conoce y me reconoce como político y como una persona seria por las posiciones que asumo.

En el 2005 fui electo diputado por los municipios Heres, Sucre y Cedeño del estado Bolívar. Fui dos años vicepresidente de la Comisión de Política Interior. Después, cuando nos separamos del Gobierno, me pasaron para la Comisión de Familia, Mujer y Juventud.

La ruptura con el Presidente produjo la separación de militantes y simpatizantes y nos quedamos con siete diputados. Somos pocos y hay mucho por hacer.

Desde el 2008 soy jefe de la fracción parlamentaria, una responsabilidad que me asignó el movimiento y que he asumido con mucha intensidad y responsabilidad.

También me ha servido para desarrollarme como político y parlamentario. Hoy me respetan incluso en el oficialismo, y es algo que también siento por ellos, porque las diferencias ideológicas se pueden separar en estos casos. El apoyo que me ha dado Podemos ha sido fundamental. Me siento a gusto desarrollando mi actividad política y parlamentaria.



1 comentario:

Ana dijo...

Entre verdades y mentiras se llama este reportaje, porque no dice que es sobrino de Ismael, Carlos, Pedro garcía entre otros tíos, no lleva el apellido porque los García son hijos naturales.