Una noche como cualquiera, sentado frente a mi PC blogueando y escucho un alboroto afuera. Como tenía al chamo jugando por allí me asomé para descartar peligro contra él.
Pues me conseguí con una escena que ya había olvidado como era. La tranquila noche marabina era animada por el sonar de las cacerolas. No era un llamado del gran partido político de la región, UNT, tampoco eran vecinos organizados, no, era el despertar del sentimiento de lucha particular de unos pocos que expresaban al mundo su queja ante la aprobación de una ley comunista que afecta directamente lo que más uno quiere en el mundo. Nuestros hijos.
No voy a negarlo, eran pocos, aislados, algunos los llamaron locos, muchos otros (gente del partido UNT que conozco) se hicieron los locos, pero a estos pocos nadie los convocó, ninguno los organizó, y de poquito a poquito la gente va despertando.
Quizás sea el comienzo de algo grande.
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