Yo puedo entender la posición de algunos venezolanos que son contrarios al régimen chavista cuando expresan su malestar por la posición frontal de Magglio Ordóñez en apoyar la reelección indefinida de Hugo.
El criterio básico es: “si le gusta tanto el socialismo, por qué no vive en Venezuela”, u otro que se le acerca: “si no vive en Venezuela, y por lo tanto, no conoce su realidad de cerca, cómo puede venir a apoyar la reelección del presidente”.
Ahora, jamás podré entender ni aceptar que un venezolano aplauda el fracaso de otro venezolano, o incluso de la Vinotinto misma, solo por una diferencia de carácter político. Creo que ya comienzo a entender el significado del cliché chavista: “apátrida”
Cuando Magglio se para en el cajón de bateo no está usando la gorra del PSUV, ni la de Movilnet, tiene en su cabeza el logo de la Vinotinto. Cuando contribuye en alguna forma con las victorias, no trae ganancias a favor de Hugo Chávez, trae más bien satisfacciones a todos los venezolanos, rojos, azules y multicolores.
Me siento obligado a manifestar mi apoyo al que considero uno de los mejores venezolanos de todos los tiempos en el Big Show, él está catalogado como uno de los mejores jugadores de las Grandes Ligas de la actualidad. Es evidente que no apoyo su tendencia política, pero considero apropiado esperar lo mejor de él en todo su actuar como pelotero, más cuando se trata de defender los colores de la bandera venezolana en el Clásico Mundial de Béisbol.
Las actitudes tomadas en contra de Ordóñez en el campo de pelota imitan a la perfección el escenario de odio y confrontación que instiga a cada momento el presidente venezolano. Me niego a participar de eso irracionalmente.
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