En abril de 2004, un hombre que ha puesto una mancha oscura en la historia de la zulianidad, Francisco Carrasquero, informaba ante el mundo que las firmas de más de un millón 200 mil venezolanos que solicitaban activar un referéndum revocatorio al presidente Hugo Chávez iban a reparos por considerarlas de dudosas. Para poner la plasta completa, se informó también que más de 375 mil firmas de venezolanos que solicitaron el referéndum eran totalmente invalidas, demostrando que en este país la Constitución y las leyes son letra muerta y todo el que piense diferente al grupo en el poder tiene restringido sus derechos constitucionales. Se dieron los reparos, la gente reafirmó su solicitud de referéndum revocatorio y lo demás es historia conocida.
Ahora se cambian los papeles. Ahora un importante grupo de venezolanos firma nuevamente para solicitar, no la salida del presidente, sino la posibilidad de reelección perpetua, y con mucha algarabía y parnafelaria, pero también con muchas dudas, dadas las incansables denuncias informales de presiones a empleados públicos y de falsificación de firmas, se presentaron ante la Asamblea Nacional 188 cajas que presumen contener 4.760.485 firmas de venezolanos que avalan la propuesta de enmienda.
Se le aplicará ahora la misma rigurosidad a las casi 5 millones de firmas. Aplicarán los reparos a las firmas dudosas?
Cumplirán las instituciones del Estado su labor de defensa a los ciudadanos en contra del uso y la falsificación de su identidad y firma para apoyar las intenciones de un grupo en particular?
La respuesta es no.
Ahora más que nunca quedará demostrado que las instituciones del Estado están totalmente en manos de un solo hombre, por el bien de un grupo que ostenta el poder. Se demostrará que en Venezuela hay una cuasi democracia, que es lo mismo que una cuasi dictadura, y que el grupo que ostenta el poder hará todo lo posible para llevar a Hugo Chávez a la presidencia en el 2013 y más allá, porque solo así se asegura la permanencia de todos ellos en el poder, por encima de las instituciones, por encima de la constitución, por encima del pueblo.
En qué país democrático el poder legislativo, quien representa al pueblo (no al presidente y sus seguidores) levanta cánticos (uh ah) a favor del presidente, y apura el ritmo para aprobar un proyecto de enmienda que dará visos de legitimidad a la presidencia vitalicia, o en qué democracia el juez electoral castiga las firmas de los solicitantes opositores y se hace el loco ante las firmas de los solicitantes oficialistas. En qué democracia el principio constitucional de alternabilidad del poder queda suprimido ante la mirada complaciente del poder judicial. Solo en una democracia deformada, o una dictadura con barniz de democracia como la venezolana se ven estas incongruencias democráticas.
Solo queda confiar en los ciudadanos organizados para movilizar y defender los votos en contra de las pretenciones de eternizarse en el poder de este accidente historico venezolano, resentido y narcisista, y de los títeres y jalabolas de Hugo Chávez.
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