Latinoamérica entera alza su voz en contra de la ley anti inmigración europea, y el principal instigador es Hugo Chávez. Esto solo me demuestra una cosa: el tipo tienen un complejo de inferioridad ante a los grandes países industrializados. En Europa le aconsejan que tome las cosas con calma y se preparan para explicar los “beneficios” de la Ley de inmigración.
De este asunto se condena a los ministros europeos la falta de olfato político para aprobar de facto la ley sin un mínimo cambio en su texto, a pesar de las tantas objeciones y de las muchas propuestas de reformas.
Nos quejamos hasta la histeria de haber recibido en nuestros países a millones de inmigrantes europeos sin ningún tipo de discriminación hacia ellos. Pero particularmente creo que esta entrada en masa de europeos trajo más beneficios que problemas a nuestra sociedad.
Particularmente en Venezuela hay millones de italianos, españoles, portugueses, sirios y chinos, más o menos en ese orden, y todos llegaron con algo en la genética que los hizo aparentemente afanados por el trabajo y todos con visión de negocios.
Por el contrario, aquellos inmigrantes colombianos que llegaron huyendo de la guerrilla y el narcotráfico, a quienes también hemos recibido con los brazos abiertos, muchos de estos inmigrantes junto a los hijos de los campesinos venezolanos desplazados a las grandes ciudades han llegado a engrosar los cinturones de pobreza en los cerros de Caracas donde se ha proliferado la delincuencia, el narcotráfico y las bandas armadas.
Es precisamente este el problema de la inmigración ilegal en masa, y es que hay que resaltar estos dos elementos, uno el que sea ilegal, y por su lado, la masa de personas desplazadas de un país a otro. El hecho de que sea ilegal impide a los organismos de estados de los distintos países mantener un control preventivo de esta población, por otra parte, Latinoamérica no ha conocido aun la verdadera tragedia social que se vierte sobre ciertas zonas geográficas cuando la cantidad de inmigrantes alcanza niveles de cientos de miles, solo en meses.
No solo es la competencia por los puestos de trabajo con los ciudadanos de ese país, también el crecimiento en la población pobre, la criminalidad, el mayor uso de los servicios públicos escasos, la formación de barriadas sin ningún tipo de control demográfico, con las normales consecuencias ya descritas de criminalidad y narcotráfico, barriadas sin servicios públicos en principios, pero que luego deben ser asumidas por los gobiernos de los receptores.
Claro, nos quejamos también de que se amenaza de dar hasta 18 meses de cárcel al inmigrante ilegal “sin derecho a juicio” y que viola los derechos humanos ya que nadie puede ser retenido por un crimen sin que se le demuestre antes el crimen. En todo caso, estemos claro que sería condenable que no se establezcan los procedimientos legales que le permitan la defensa al inmigrante y en último caso, su expulsión del país. Ya quedará de parte de los legisladores de cada país de la comunidad europea establecer estos procedimientos que hagan más “humana” la expulsión de inmigrantes ilegales.
Acá en Latinoamérica no logramos entender esto que está de moda de la Ley anti inmigrantes dado que no vivimos día tras día con los problemas que puede generar la inmigración, especialmente la ilegal.
Solo intente imaginarse un sencillo ejemplo, usted en su casa, muy cómoda y diseñada por usted para que sea lo más confortable posible, para su calidad de vida, y que esta esté constantemente asediada por vecinos procedentes de todas las latitudes que se posan en su patio trasero armando carpas para “pasar la noche” y poder disfrutar de su piscina y los frutos de su plantación de uvas, algunos abusan un poco más y llegan hasta su cocina tomando algunas de las pocas Smirnoff que le quedan en la nevera, viéndose obligado a correr a buscar más en el supermercado, adicionalmente, al llegar, ve a algunos vecinos, unos con permiso suyo y otros sin este, acostado en su sofá viendo la tele en la sala de su casa. Qué haría usted, quizás de una manera decente invitaría a sus vecinos a salir de la casa; a algunos, a los más allegados los invitaría a quedarse un rato, pero en definitiva trataría de tomar el control de las cosas en su casa. Es precisamente esto lo que hacen hoy en día los europeos, y están en su derecho.
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