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lunes, 11 de febrero de 2008

Nuestros hijos no pueden pasar hambre mientras nos acostumbramos a la idea del socialismo.

Será por eso que lo aceptamos?

Hace poco vimos y escuchamos a Alejandro Hernández, a Eliécer Ávila y otro grupo de estudiantes cubanos haciendo “preguntas difíciles” a Ricardo Alarcón, presidente del parlamento cubano que daban muestra de un despertar en la sociedad cubana en busca de la libertad. Se trataba de manifestaciones abiertas y sinceras de quejas que no podían tener otro origen que de los estudiantes, fuente inspiradora de gritos de libertad.

En la actualidad los venezolanos se duermen en un limbo muy cercano a la realidad cubana, y aunque por todos lados salen focos de resistencia al régimen, el letargo del pueblo es tal que no logramos notar los cambios hacia un sistema comunistas con sus consecuencias garrafales en materia económica y de calidad de vida.

Los cambios son tan lentos que no lo notamos y nos acostumbramos a vivir de cola en cola, y de sacrificio en sacrificio, en un lento pero firme caminar hacia distribución igualitaria de la pobreza.

No estamos tan lejos de tener las mismas razones de queja que dieron valor al cubanito Eliécer (Dos jornadas laborales para comprar un cepillo de dientes) cuando hoy en día, los productos de primera necesidad se consiguen solo al triple del precio regulado en los mercados populares de las principales ciudades, a no ser que hagas tres horas de largas colas en las sedes de PDVAL, a ver si corres con suerte de que la leche no se termine antes de llegar al inicio de la cola.

Este fin de semana me aventuré a una odisea de conseguir leche o toda costa, mejor dicho, a cualquier precio, y a manera de trágica comedia, para pasar mejor el trago amargo de la aventura, les dejo en estas anécdotas que expresan el cómo estamos mas cerca que lejos de la realidad cubana.


Nuestros niños no deben pasar hambre, cueste lo que cueste.

La situación no me permitía un día más sin leche. De los dos potes de Previo Uno que conseguí hace tres semanas solo quedaba “el fondito” de uno de ellos, del cual intentaba sacar cucharadas cada vez menos llenas para preparar un tetero con una composición mayormente compuesta por alimentos en base a mantecado.

No podía seguir permitiendo que el chamo, futuro grande liga, siguiera creciendo con un déficit de calcio (aunque con un exceso de vitaminas según las indicaciones de la etiqueta de la bebida alimenticia), por el simple hecho de negarme a pagar Bs.F. 30 en el lugar que todos saben se consigue la leche: El Mercado las Pulgas de Maracaibo.

Antes de llegar al mercado principal, en una de las calles que desemboca al congestionado centro de Maracaibo, logré ver un tarantin con cuatro quilos de azúcar y un kilo de leche, el precio no me sorprendió: Bs.F. 30. Me detuve el tiempo suficiente para conocer el precio de la leche y luego seguí en busca del mercado con la esperanza de conseguir también aceite, ketchup, arroz, harina de maíz, huevos, pollo entre otros productos desaparecidos los anaqueles de los supermercados.

En un acto un poco irresponsable y torpe de mi parte, entre al mercado por los oscuros e inseguros pasillos del mercado, a sabiendas que esta condición peligrosa, y conociendo que no era allí donde conseguiría los anhelados productos, sino más bien en lo más adentrado del mercado, casi llegando al lago, donde los comerciantes que importan los productos de Colombia (y algunos que hacen su doble cola en las ventas de PDVAL), en su mayoría guajiros, están desde hace año establecidos en un lugar donde el comercio supera con creces las leyes, en esos sitios donde dudo que Hugo Chávez llegue, ni siquiera en sus peores pesadillas antes de despertar o de morir en el intento.

Puse cara de malo, de enojado, de hampón, y sin mirar rostro alguno apresure mi paso en busca de una salida más segura.


Muestras de leche

Una vez en lo profundo del mercado encontré rápidamente pequeños “muestras” de leche, una que otra mesa o Tarantino con un pote de leche acampando de una bolsa de leche (presentaciones de un kilo y 900 Gramos respectivamente) imagino que estaban vacíos, ya que no cualquiera se arriesga a exponer al aire libre y al alcance de todos tan preciadas joyas alimenticias.

Solo en una oportunidad logré ver detrás de una vendedora unos bultos de leche arrumados de manera desorganizada en el suelo húmedo, con algunas bolsas de leche del lado afuera.

Los vendedores están concientes de la ilegalidad de sus precios, y quizás también del peligro que puede representar dejar al descubierto su inventario de mercancía, es por esto que acuden a esta técnica de “muestras de leche”.

En todos lados los precios eran los mismos, como un acuerdo común entre tanta desorganización, como un oligopolio organizado pero solo por la lógica de la conveniencia entre todos los actores, el factor común entre la mayoría de los comerciantes eran Bs.F. 30.


Me ahorré 1 Bs. F


Después de tanto caminar logré lo que según el concepto de mi esposa, para quien compra sin caminar no es salir a comprar, sería una buena compra: ahorré Bs.F. 1.

En un sitio poco concurrido conseguí un vendedor más interesado en vender la mercancía que respetar el implícito acuerdo común de establecer el precio de la leche. Ni siquiera fue preciso insistirle, como en ocasiones es necesario, solo con preguntar obtuve como respuesta el interesante precio de Bs.F. 29, solo 67.6% por encima del precio oficial.

Una gran variedad


En este mercado te consigues con un panorama diametralmente opuesto al de un moderno supermercado, no solo por las comodidades, el ambiente la atención, que consigues en los supermercados y no en los mercados populares, sino contradictoriamente por la variedad de productos que consigues en los populares y no en los “súper”. En estos sucios e inseguros mercados conseguirás el surtido de productos que muy pocas veces verás en los supermercados.

Claro, a qué precio?. Al precio del dólar paralelo, al precio de la sobredemanda frente a la poca oferta, al precio de la economía real y no la ficticia del chavismo, al precio de la inflación real y no la que muestra el BCV meses tras meses.

A esta realidad nos estamos acostumbrando de forma tal que cuando las cosas se mueven un milímetro hacia lo peor no lo notamos y mientras nos acostumbramos nuestros hijos deben comer, es por eso que no nos podemos dar el lujo de esperar las proyecciones del gobierno en materia de seguridad alimentaria y dejar de cancelar los Bs.F. 30 que por ahora te piden en el Mercado Las Pulgas por un paquete de leche.


1 comentario:

Zuliana Maracucha dijo...

Hey coterraneo, que bueno tu blog, ya veo que somos concordantes en varios puntos, para iniciar el nombre del blog, la vision de lo que paso en diciembre de 2006, Maracaibo, el deambular para conseguir los alimentos, en mi caso por mi mama. Bueno ya vincule tu direccion para visitarte. Ademas de librementeopino tengo un blog academico http://socioambiente.blogspot.com y un blog que inicie en diciembre acerca del Zulia, pero que tiene pòcas entradas pero ya estoy haciendo tiempo para subir tanta informacion que manejo
http://zulianamaracucha.blogspot.com
otro blog en construccion es la red de educadores ambientales del zulia y bueno lo importante es dar a concoer las opiniones que tenemos. Sigue asi y no perdamos la esperanza que de este pozo oscuro ya estamos saliendo

Leyla