La política económica en manos de cualquier persona, menos en expertos en productividad
CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ | EL UNIVERSAL
Pánico contenido en los límites máximos del sistema nervioso a punto de reventar. La gente cruza miradas de angustia inquisitivas al pasajero del asiento de al lado, en una esgrima inútil de adrenalina. Saltan las máscaras de oxígeno y los pasajeros las miran bailar su danza macabra a la altura de sus rostros lívidos. Se espera la palabra necesaria, tranquilizadora, la respuesta de por qué el avión corcovea como un caballo salvaje con rugidos de dragón y las ventanillas de lado izquierdo cubiertas de un lodo negruzco. En esa búsqueda desesperada de seguridad, voltean hacia una de las aeromozas, que encinchada de un asiento, transmite igual terror y dice incoherencias. De pronto aparece la imagen de la seguridad y el poder. El piloto abre la puerta de la cabina con su camisa más blanca que nunca, y sus insignias más brillantes que nunca a la vista de seres sedientos de autoridad y respuesta. CLIC AQUI para seguir leyendo...
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