Fuente: Banca y Negocios
Aristimuño Herrera & Asociados / CNNExpansión
La turbulencia financiera que atraviesa el mundo es tan amplia y grave que resulta difícil entenderla, pero hay maneras de interpretarla. Cada crisis financiera implica al menos un círculo vicioso, es decir, un proceso en el cual las cosas que van mal provocan que las cosas empeoren. La crisis que hoy presenciamos consiste de tres círculos viciosos, que se supone deben ser atajados por el mega-rescate propuesto por gobierno estadounidense. Al tratar de entender el aluvión de noticias que nos llegan todos los días, sería útil preguntarnos a qué tipo de círculo pertenecen y si los últimos eventos sugieren que el círculo está tocando fondo o sólo gira con más velocidad.
Estas son las tres espirales descendentes:
Confianza: Todos los bancos y compañías de seguros dependen de una percepción generalizada de su buena salud a largo plazo. Incluso la institución más saludable no podría pagar todas sus obligaciones en un plazo corto, pero no se verá en ese apuro siempre y cuando todos sus clientes crean que la firma es sólida.
Pero una pequeña fractura en los cimientos de esa confianza puede provocar la caída la institución; el ejemplo clásico de ello es el pánico bancario (bank run), donde un mero rumor puede desatar un círculo vicioso de retiradas masivas de depósitos que causan la quiebra bancaria.
La protección federal para los depósitos bancarios (que garantiza y paga esos depósitos cuando hay problemas de solvencia) puso fin a esos retiros de pánico en lo que respecta a los bancos comerciales estadounidenses, pero no cuando se trata de otras instituciones financieras, y eso es lo que iba a sucederle a Bear Stearns y AIG si el gobierno no hubiera intervenido.
Los problemas de Fannie Mae, Freddie Mac y Lehman Brothers parecían más graves, aunque podrían haberse recuperado si el círculo vicioso de la confianza no las hubiera hundido.
El millonario rescate que se discute en Washington está diseñado para atajar una crisis de confianza en todo el sector financiero del país. Esa pérdida de confianza se refleja en la caída de las acciones de Goldman Sachs y Morgan Stanley, o cuando los precios del oro y de los bonos del Tesoro se disparan (son el refugio de los inseguros). Mientras menos capital entra al sector, más débil se hace éste, ahuyentado más al capital, y así sucesivamente.
Desapalancar: Muchas firmas financieras han dado con la conclusión de que tienen demasiadas deudas. Están en lo cierto. La paradoja es que, si todas quieren hacer lo correcto y pagar algunas de sus deudas, eso empeora su situación.
Para conseguir el dinero que reducirá sus deudas, las entidades intentan vender activos financieros. Ese exceso de oferta provoca que los precios bajen, disminuyendo el valor de los activos que las instituciones aún conservan; así que incluso después de reducir su deuda, su coeficiente de deuda (‘debt ratio’ o índice de apalancamiento que mide el nivel de endeudamiento de la empresa) no mejora, por lo que deben vender más activos, causando mayor descenso en los precios, que a su vez restan valor a los activos y así sucesivamente, sin escapar de la dinámica.
Este círculo vicioso se distingue de la crisis de confianza en el hecho de que está basado en dólares reales, no en la psicología. Los activos de Lehman, por ejemplo, perdieron todo valor, y la gente lo sabía. (Saberlo, desde luego, contribuyó a la crisis de confianza)
Vivienda: Dado que el mercado inmobiliario es la raíz de todo este desastre, las cosas no mejorarán hasta que ese mercado toque fondo. Por ahora, aún está hundiéndose, gracias al peor tipo de círculo vicioso: el círculo virtuoso que funciona al revés.
Desde el año 2000 hasta el 2006, los precios de la vivienda subieron debido a que…subían. El profesor de Yale Robert Shiller, que predijo el actual colapso inmobiliario, lo explica así: luego de que el crédito fácil alimentara el boom de la vivienda, los consumidores tenían muchos incentivos para comprar la casa más cara posible, con la correspondiente y voluminosa hipoteca. Esa conducta provocaba que los precios subieran aún más, incentivando más a los compradores, y así giraba el círculo.
Hoy el fenómeno funciona a la inversa. Con los precios cayendo, los compradores piensan que deben esperar antes de comprar, mientras que los vendedores están desesperados por vender ahora. Ambas conductas empujan los precios a la baja, causando que las conductas se repitan sin cesar.
¿Cómo ponerle fin a un círculo vicioso? En el mundo económico, la intervención estatal parece ser la única acción que sirve de algo.
Hoy, Washington discute acaloradamente la mayor intervención estatal de la historia estadounidense, creyendo que eso es justo lo que se necesita para acabar con la mayor crisis de su historia.
Pero seamos cuidadosos. ¿Sabías que en EU puedes comprar CDS? Pues sí, se puede. Y el precio [los contratos CDS o ‘credit default swaps’ ejercen como seguro o cobertura contra el riesgo de impago y cotizan en los mercados internacionales] se ha disparado –indicando que muchos siguen percibiendo el riesgo de una suspensión de pagos. Eso significa que se duda de la eficacia del rescate. Y si la confianza global en el gobierno estadounidense entra en crisis, se dará un círculo vicioso cuyas consecuencias no querríamos siquiera imaginar.
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