CARLOS BLANCO / EL NACIONAL
Nicolás Maduro si llegó a ser presidente dejó de serlo hace rato, no porque nadie lo haya tumbado sino porque, carente de fuerza propia, es remolcado por el turbión de la crisis de la cual es figura relevante. Chávez solía decir de sí que era “una simple brizna de paja arrastrada por el huracán de la revolución”, esa falsa humildad escondía una arrogancia infinita, la del dueño del proceso. No era ninguna brizna. Maduro es diferente, carece de centro y de fuerza; no vuela alto sino que los vientos cruzados lo lanzan contra las paredes y lo tienen sin poder levantarse a ver por dónde queda la puerta o la ventana. Estos personajes no saben nada de marxismo. En vez de reconocer las fuerzas de la historia, como corrientes de fondo que establecen las posibilidades y limitaciones de los dirigentes, más bien son presas de un voluntarismo petrolero, que, agotado, hace que la historia se niegue a obedecer sus caprichitos. CLIC AQUI para seguir leyendo...
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