Moises Naim
e-lecciones.net/
Estúpida. Patética. Ridícula. Frustrante. Infantil. Vergonzosa. Estos son algunos de los términos más usados por los estadounidenses cuando el Pew Center les pidió sus impresiones respecto a la negociación sobre el techo de la deuda de EE UU. No importaba la clase social, el origen geográfico, la edad o la filiación política. Desde simpatizantes del Tea Party en Kansas hasta profesores izquierdistas de Berkeley y desde banqueros de Wall Street a desempleados en Detroit, todos coinciden: el espectáculo fue lamentable y todos los protagonistas han salido perdiendo. Algunos más que otros. Pero sobre esto regresaré más abajo.
Un 75% de quienes se identificaron como republicanos en la encuesta del Pew Center expresan una pésima opinión del proceso y de su resultado. Lo mismo piensan el 72% de los demócratas y el 72% de los independientes sondeados. Sorprendentemente, los más críticos (el 83%) son quienes se identifican como simpatizantes del Tea Party.
Eso es sorprendente porque es obvio que el acuerdo final refleja mucho más las posiciones iniciales del Tea Party que aquellas de los demócratas, la Casa Blanca o los republicanos moderados. El hecho de que no estén satisfechos confirma que los miembros del Tea Party no se habrían conformado con nada que no fuera una victoria absoluta. Michelle Bachmann, una de sus dirigentes más visibles, ha dicho claramente que el acuerdo alcanzado en el último minuto no es satisfactorio, y que la amenaza de la suspensión de pagos de la mayor economía del mundo no la llevaría a cambiar de opinión.
El Tea Party practica la extorsión política en su forma más consumada. Sus líderes y congresistas tienen una bomba -su veto- y están listos para hacerla estallar si sus exigencias no son aceptadas. No son muchos, pero su estridente radicalismo, su disciplina y su disposición a arrojarse a la hoguera para lograr sus propósitos les da un poder mayor que el que justifican sus números. El acuerdo alcanzado no estimulará el crecimiento, ni estabilizará la economía, ni corregirá la creciente disparidad en la distribución del ingreso que ha caracterizado la economía estadounidense en años recientes, ni creará las inversiones públicas que la superpotencia tanto necesita para modernizar y expandir sus infraestructuras.
Los recortes de gasto público acordados no han sido diseñados por neurocirujanos, sino por carniceros. Los recortes no son estratégicos, ni están enfocados de forma inteligente, ni son parte de una visión más amplia sobre el futuro del país. Son simplemente un burdo instrumento para reducir al Gobierno a su mínima expresión o incluso -para muchos, esto sería el nirvana- hacerlo desaparecer en algunas áreas.
Los analistas se han apresurado a culpar a Barack Obama de todo esto.
Indeciso. Débil. Lento de reacciones. Contemporizador. Temeroso del Tea Party. Naif. Perdedor. Estos son algunos de los adjetivos con los que se ha descrito al presidente por parte de sus rivales e incluso por demócratas y otros en la izquierda que se han sentido traicionados por un líder que hace unos pocos años les inspiró como ningún otro en décadas. Muchos ya dan por hecho que Obama no será reelegido. No estoy de acuerdo. En política, el periodo hasta el 6 de noviembre de 2012, día de las próximas elecciones presidenciales, es una eternidad. Puede pasar cualquier cosa. Por ello es imprudente anticipar ahora el resultado.
Pero algunas cosas están claras. Para entonces, los dolorosos efectos de los recortes que el Tea Party ha logrado arrancar al Congreso y la Casa Blanca se estarán sintiendo ampliamente, incluso entre la clase media que ahora simpatiza con los ultraconservadores. El extremismo y la irracionalidad de las ideas que alimentaron el movimiento serán patentes y más difíciles de defender. Esta tendencia, aunque incipiente, es ya visible: el 42% de los estadounidenses entrevistados por el Pew Center dicen tener una impresión menos favorable de los republicanos en el Congreso (un 30% dice lo mismo respecto a los demócratas). Y un 37% tiene una peor impresión del Tea Party.
Otro hecho claro es que el Tea Party usará de nuevo la política de la extorsión para influir en la elección del candidato republicano que competirá con Obama en 2012. Para que les resulte aceptable, un candidato tendrá que decir cosas como esta: "A Estados Unidos le falta muy poco para dejar de ser una economía de libre mercado". Esto afirmó Mitt Romney al anunciar sus aspiraciones presidenciales. Y el Tea Party pedirá pronunciamientos aún más extremos de su candidato, sin importar que sean tan falsos como la afirmación de Romney.
Salir reelegido no será fácil para Barack Obama. La gran paradoja, sin embargo, es que el Tea Party le ayudará mucho.
¿Qué es el Tea Party? El nuevo rostro de la ultraderecha americana
En estos momentos es uno de los principales actores de la política de EEUU Cerca de un 20% de la población simpatiza con el movimiento
Ricard González Washington
elmundo.es/
A base de sorprendentes victorias en el proceso de primarias republicanas a docenas de cargos por todo el país que se elegirán en las elecciones del próximo noviembre, el Tea Party se ha convertido en uno de los principales actores de la política estadounidense.
Su súbita aparición, y su condición de movimiento popular, ha levantado muchas dudas sobre su naturaleza e ideología. Ahí van unas pinceladas para intentar aclararlas.
¿Quiénes forman el Tea Party?
El Tea Party es un movimiento formado por una constelación de agrupaciones locales de ciudadanos unidos por su oposición a la agenda de Obama, pues temen que si el presidente se sale con la suya eliminará algunos principios y valores básicos de los EEUU.
En concreto, consideran que proyectos como la reforma sanitaria, o el paquete de estímulo económico pueden desnaturalizar el sistema económico de los EEUU, basado en el libre mercado, y acercar el país al socialismo, además de dejarlo en bancarrota.
Ahora bien, el movimiento tiene un componente emocional tan importante como el político, y que es resultado de los miedos e incertidumbre que generan la globalización, la crisis económica, y varios cambios sociales que vive el país.
¿Cuál es su ideología?
Es un elemento de disputa entre los analistas políticos qué etiqueta utilizar para definir este movimiento. Algunos lo catalogan de "extrema derecha", otros de "ultraconservador". De lo que no cabe duda, es que sus activistas se encuentran a la derecha de la posición oficial del Partido Republicano en muchos temas.
A causa de su estructura descentralizada, el Tea Party no posee un programa político completo compartido por todas sus secciones. Sin embargo, sí ha elaborado un manifiesto con 10 puntos, entre los que se incluye: una oposición a cualquier subida de impuestos; la aprobación de presupuestos equilibrados; un rechazo a la reforma sanitaria de Obama y a la limitación de los gases contaminantes.
Todos estos postulados hacen referencia a la política económica desde una perspectiva neoliberal, verdadero cemento del movimiento, ya que en cuestiones morales, como el aborto o el matrimonio gay, existen opiniones divergentes.
¿Qué peso tienen en el Partido Republicano?
Según las encuestas, cerca de un 20% de la población simpatiza con el Tea Party. Pero más allá de esta cifra, el alto grado de activismo y compromiso de sus miembros les otorga un gran poder dentro del Partido Republicano. No tan sólo ha conseguido que algunos de sus candidatos se impongan en primarias a cargos importantes, sino que la amenaza que éstos representan ha obligado a varios políticos del 'establishment' a girar a la derecha por miedo a una derrota.
Por ejemplo, éste ha sido el caso de John McCain. En unas elecciones de baja participación como las legislativas, la movilización de los activistas del Tea Party puede servir en bandeja varias victorias a los republicanos frente a los demócratas.
¿Quiénes son sus líderes?
Al ser un movimiento popular, con un fuerte carga 'anti-establishment', rechazan la idea que deban tener un líder que los guíe o represente. Ahora bien, existen varios líderes políticos que han participado en actos suyos, mostrando su simpatía con sus postulados.
Entre ellos destacan Sarah Palin, y la congresista Michelle Bachmann. En cuanto a los candidatos que han triunfado en primarias gracias al sello del Tea Party, cabe mencionar a Marco Rubio en Florida, Ryan Paul en Kentucky, o Sharron Angle en Nevada.
e-lecciones.net/
Estúpida. Patética. Ridícula. Frustrante. Infantil. Vergonzosa. Estos son algunos de los términos más usados por los estadounidenses cuando el Pew Center les pidió sus impresiones respecto a la negociación sobre el techo de la deuda de EE UU. No importaba la clase social, el origen geográfico, la edad o la filiación política. Desde simpatizantes del Tea Party en Kansas hasta profesores izquierdistas de Berkeley y desde banqueros de Wall Street a desempleados en Detroit, todos coinciden: el espectáculo fue lamentable y todos los protagonistas han salido perdiendo. Algunos más que otros. Pero sobre esto regresaré más abajo.
Un 75% de quienes se identificaron como republicanos en la encuesta del Pew Center expresan una pésima opinión del proceso y de su resultado. Lo mismo piensan el 72% de los demócratas y el 72% de los independientes sondeados. Sorprendentemente, los más críticos (el 83%) son quienes se identifican como simpatizantes del Tea Party.
Eso es sorprendente porque es obvio que el acuerdo final refleja mucho más las posiciones iniciales del Tea Party que aquellas de los demócratas, la Casa Blanca o los republicanos moderados. El hecho de que no estén satisfechos confirma que los miembros del Tea Party no se habrían conformado con nada que no fuera una victoria absoluta. Michelle Bachmann, una de sus dirigentes más visibles, ha dicho claramente que el acuerdo alcanzado en el último minuto no es satisfactorio, y que la amenaza de la suspensión de pagos de la mayor economía del mundo no la llevaría a cambiar de opinión.
El Tea Party practica la extorsión política en su forma más consumada. Sus líderes y congresistas tienen una bomba -su veto- y están listos para hacerla estallar si sus exigencias no son aceptadas. No son muchos, pero su estridente radicalismo, su disciplina y su disposición a arrojarse a la hoguera para lograr sus propósitos les da un poder mayor que el que justifican sus números. El acuerdo alcanzado no estimulará el crecimiento, ni estabilizará la economía, ni corregirá la creciente disparidad en la distribución del ingreso que ha caracterizado la economía estadounidense en años recientes, ni creará las inversiones públicas que la superpotencia tanto necesita para modernizar y expandir sus infraestructuras.
Los recortes de gasto público acordados no han sido diseñados por neurocirujanos, sino por carniceros. Los recortes no son estratégicos, ni están enfocados de forma inteligente, ni son parte de una visión más amplia sobre el futuro del país. Son simplemente un burdo instrumento para reducir al Gobierno a su mínima expresión o incluso -para muchos, esto sería el nirvana- hacerlo desaparecer en algunas áreas.
Los analistas se han apresurado a culpar a Barack Obama de todo esto.
Indeciso. Débil. Lento de reacciones. Contemporizador. Temeroso del Tea Party. Naif. Perdedor. Estos son algunos de los adjetivos con los que se ha descrito al presidente por parte de sus rivales e incluso por demócratas y otros en la izquierda que se han sentido traicionados por un líder que hace unos pocos años les inspiró como ningún otro en décadas. Muchos ya dan por hecho que Obama no será reelegido. No estoy de acuerdo. En política, el periodo hasta el 6 de noviembre de 2012, día de las próximas elecciones presidenciales, es una eternidad. Puede pasar cualquier cosa. Por ello es imprudente anticipar ahora el resultado.
Pero algunas cosas están claras. Para entonces, los dolorosos efectos de los recortes que el Tea Party ha logrado arrancar al Congreso y la Casa Blanca se estarán sintiendo ampliamente, incluso entre la clase media que ahora simpatiza con los ultraconservadores. El extremismo y la irracionalidad de las ideas que alimentaron el movimiento serán patentes y más difíciles de defender. Esta tendencia, aunque incipiente, es ya visible: el 42% de los estadounidenses entrevistados por el Pew Center dicen tener una impresión menos favorable de los republicanos en el Congreso (un 30% dice lo mismo respecto a los demócratas). Y un 37% tiene una peor impresión del Tea Party.
Otro hecho claro es que el Tea Party usará de nuevo la política de la extorsión para influir en la elección del candidato republicano que competirá con Obama en 2012. Para que les resulte aceptable, un candidato tendrá que decir cosas como esta: "A Estados Unidos le falta muy poco para dejar de ser una economía de libre mercado". Esto afirmó Mitt Romney al anunciar sus aspiraciones presidenciales. Y el Tea Party pedirá pronunciamientos aún más extremos de su candidato, sin importar que sean tan falsos como la afirmación de Romney.
Salir reelegido no será fácil para Barack Obama. La gran paradoja, sin embargo, es que el Tea Party le ayudará mucho.
¿Qué es el Tea Party? El nuevo rostro de la ultraderecha americana
En estos momentos es uno de los principales actores de la política de EEUU Cerca de un 20% de la población simpatiza con el movimiento
Ricard González Washington
elmundo.es/
A base de sorprendentes victorias en el proceso de primarias republicanas a docenas de cargos por todo el país que se elegirán en las elecciones del próximo noviembre, el Tea Party se ha convertido en uno de los principales actores de la política estadounidense.
Su súbita aparición, y su condición de movimiento popular, ha levantado muchas dudas sobre su naturaleza e ideología. Ahí van unas pinceladas para intentar aclararlas.
¿Quiénes forman el Tea Party?
El Tea Party es un movimiento formado por una constelación de agrupaciones locales de ciudadanos unidos por su oposición a la agenda de Obama, pues temen que si el presidente se sale con la suya eliminará algunos principios y valores básicos de los EEUU.
En concreto, consideran que proyectos como la reforma sanitaria, o el paquete de estímulo económico pueden desnaturalizar el sistema económico de los EEUU, basado en el libre mercado, y acercar el país al socialismo, además de dejarlo en bancarrota.
Ahora bien, el movimiento tiene un componente emocional tan importante como el político, y que es resultado de los miedos e incertidumbre que generan la globalización, la crisis económica, y varios cambios sociales que vive el país.
¿Cuál es su ideología?
Es un elemento de disputa entre los analistas políticos qué etiqueta utilizar para definir este movimiento. Algunos lo catalogan de "extrema derecha", otros de "ultraconservador". De lo que no cabe duda, es que sus activistas se encuentran a la derecha de la posición oficial del Partido Republicano en muchos temas.
A causa de su estructura descentralizada, el Tea Party no posee un programa político completo compartido por todas sus secciones. Sin embargo, sí ha elaborado un manifiesto con 10 puntos, entre los que se incluye: una oposición a cualquier subida de impuestos; la aprobación de presupuestos equilibrados; un rechazo a la reforma sanitaria de Obama y a la limitación de los gases contaminantes.
Todos estos postulados hacen referencia a la política económica desde una perspectiva neoliberal, verdadero cemento del movimiento, ya que en cuestiones morales, como el aborto o el matrimonio gay, existen opiniones divergentes.
¿Qué peso tienen en el Partido Republicano?
Según las encuestas, cerca de un 20% de la población simpatiza con el Tea Party. Pero más allá de esta cifra, el alto grado de activismo y compromiso de sus miembros les otorga un gran poder dentro del Partido Republicano. No tan sólo ha conseguido que algunos de sus candidatos se impongan en primarias a cargos importantes, sino que la amenaza que éstos representan ha obligado a varios políticos del 'establishment' a girar a la derecha por miedo a una derrota.
Por ejemplo, éste ha sido el caso de John McCain. En unas elecciones de baja participación como las legislativas, la movilización de los activistas del Tea Party puede servir en bandeja varias victorias a los republicanos frente a los demócratas.
¿Quiénes son sus líderes?
Al ser un movimiento popular, con un fuerte carga 'anti-establishment', rechazan la idea que deban tener un líder que los guíe o represente. Ahora bien, existen varios líderes políticos que han participado en actos suyos, mostrando su simpatía con sus postulados.
Entre ellos destacan Sarah Palin, y la congresista Michelle Bachmann. En cuanto a los candidatos que han triunfado en primarias gracias al sello del Tea Party, cabe mencionar a Marco Rubio en Florida, Ryan Paul en Kentucky, o Sharron Angle en Nevada.
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