Ibsen Martínez / @ibsenmartinez
Tengo edad suficiente para recordar el tiempo en que no existía la harina de maíz precocida. Esto no confiere distinción alguna cuando se ha nacido en la segunda mitad del siglo XX: también he asistido al auge y desuso de la máquina de escribir eléctrica “de bolita”, del tubo de rayos catódicos y los teléfonos “de disco”, para no hablar de la instauración de la regla del bateador designado. Los Rolling Stones han dejado dicho que el tiempo no espera a nadie y, así, he alcanzado a vivir el día de la semana pasada en que ya no hubo en todo el territorio venezolano un solo kilo disponible de harina de maíz precocida. En esto último quiero ver una señal de lo frágil que puede ser toda invención humana de esas que llegamos a dar por descontada. CLIC AQUI para seguir leyendo...
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