Marianella Salazar / El Nacional
La Iglesia es la única institución que Chávez nunca pudo destruir, temía que su gran poder simbólico se convirtiera en un poder real y efectivo. Necesitaba limitarlo; entonces puso todo su tesón para reducirla y dividirla, intentando infiltrar a la jerarquía católica para polarizarla y consolidar su proyecto revolucionario, pero fracasó en el intento, a pesar de ordenar laboratorios sucios contra figuras prominentes del episcopado que se opusieron a sus despropósitos revolucionarios, al discurso excluyente, intolerante y generador de odios. En un primer momento, arrimó a jóvenes religiosos fáciles de contaminarse con el resentimiento implícito en la prédica bolivariana, que identificaron el discurso revolucionario con el compromiso social de los cristianos y hoy sufren la estafa revolucionaria en sus comunidades de base con el pueblo. CLIC AQUI para seguir leyendo...
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