Marta Colomina / El Nacional
El régimen ha llegado a un estado de perversidad, corrupción y crueldad nunca vistas en Venezuela. Se observa en la terrible crisis humanitaria que desemboca en un genocidio silencioso, apenas roto por las protestas desesperadas del pueblo hambriento en las colas, y en los saqueos, también por hambre, de camiones cargados de pollos vivos, sacos de arroz, o harina de trigo. Se comprueba en el caso de los neonatos colocados en cajas de cartón en hospitales públicos –cuyas gráficas han recorrido el mundo– condenados, en su mayoría, a morir por desnutrición porque no hay dinero para comprar leche y otros alimentos, medicinas o cunas, mientras Maduro dilapida 200 millones de dólares en el estruendoso fracaso de la Cumbre de los No Alineados, otra prueba de su rechazo internacional, incluso entre la legión de ñángaras y dictadores que nutren el NOAL. Esa perversidad se constata en la escalada represiva del régimen contra la dirigencia opositora (crece el número de presos políticos) y de la réplica de la Seguridad Nacional perezjimenista en la figura del Sebin, tenebrosa policía política que, enmascarada, allana los hogares de líderes disidentes sin orden judicial y tortura a los injustamente detenidos. CLIC AQUI para seguir leyendo...
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